viernes, 23 de enero de 2009

Señor,
refresca mi mente con las aguas de tu gracia matutina,
conviértela en un jardín para que mis pensamientos
sean flores que exhalen aromas de nuevas primaveras.
Derrámame cada mañana el rocío de tu paz
pues mi corazón sólo en ti ha confiado.

Señor,
a veces los temores me asaltan en el camino,
pero tú eres mi fortaleza y mi sólida confianza.
Cuando el temor venga con fuerza de vendaval
a doblegar la rosa de mi fe,
Tú, oh Señor serás el amoroso hortelano
que cuidarás para que las flores de
mis convicciones no sean estropeadas,
sino que se alcen vigorosas y lozanas
porque la fuente de tu amor las alimenta.


Por Vladimir Orellana Cárcamo